miércoles, 16 de febrero de 2011

Fuerza!

Hoy, comienza un día triste, con formas que se tornan en preguntas y culminan en gotitas de sal que corren a toda prisa por mi cara. Hoy es un día que duele en su alma, en mi alma.

Alguien me dijo hace dos días. Bajo uno de los cielos de invierno mas hermosos que recuerdo. Con estrellas que danzaban al ritmo de una luna creciente que lo iluminaba todo cada vez más: "Es que no sé vivir sin tí...." Pero sé que no supe interpretar el dolor y la fuerza con que salían esas palabras, por mas que estás iban acompañadas de unas lagrimas, que mas que lágrimas parecían sudor en un día verdaderamente caluroso. Ni tampoco conseguí dar el abrazo oportuno, calmando una tristeza que para muchos es recidiva (y aunque lo fuese, ¿qué?!), dejando para mañana lo que es necesario en ese instánte, en aquel instánte.

La gente dice que cada quien debe medir las consecuencias de sus actos. Y sí, es en parte cierto, pues cada quien es el responsable de sufrir esas consecuencias, aunque haya seres a su alrededor a quien directa o indirectamente les afecte. Pero esas consecuencias se producen por una serie de acciones, que en combinación, producen tales efectos. No podemos culpar a alguien de sus desgracias, o adjudicarle totalmente una carga a ese ser, para liberar esa pena que de manera biológica nos lastima e "incomoda".

Los abarazos no dados, las caricias que se perdieron en lo fugaz, las palabras que provocaron hechos que tienden a la entropía, que los arrebata la entropía, y que los despieza para siempre: la entropía.

Alguien que perdí una vez, mi gran amigo Mauricio, alguien a quien amé profundamente, me dijo: Ordena todo aquello que te importa!
Ahora entiendo que el orden y el caos, pueden coexistir, pero cuando estos van realmente de la mano, con fuerza, con valor, con amor.

Nadie tiene culpa de que sus vivencias no le reporten estabilidad. Nadie tiene la culpa de que sus neurotransmisores no estén regulados y que estos generen comportamientos tan poco lineales como incoherentes. Nadie es culpable de que sus lagrimas ya no puedan salir, ni de que salgan con demasiada fuerza. Nadie tiene culpa de no recibir abrazos, y de que si los recibe, desconfíe de ellos. Nadie tiene la culpa de amar con intensidad. O de tener miles de corazas en su corazón....


Deseada y rebelde serotonina ¿podría yo ahora preguntarte, por qué?

Toni. Siempre estaré a tu lado. Y aunque ya no sea necesario que confíe en tí, porque confiaré en mí, y en poder ayudarte aunque sea un poquito.
Ese es el gran aporte a la humanidad. El verdadero aporte colectivo.

FUERZA!